ETAPA 9

17 de septiembre de 2018


ETAPA 9

ORENSE-SANTIAGO DE COMPOSTELA

107 km.



Suena el despertador. Otro día más, otro día menos. Volvemos a la rutina. Antes de salir, desayunamos en el tranquilo albergue. Una última revisión a la bicicleta y a las alforjas y nos ponemos en marcha. 

Menos mal que el tráfico de un lunes a las 7:30 en Ourense no es como el de Madrid, da la sensación de ser un día festivo. Pero nos despedimos de la ciudad con un "regalito" de 15 km subiendo hasta que salimos de la niebla. Así ha sido nuestro amanecer.





Parece que no vamos a parar de ascender. Además, empieza a hacer calor y nos sobra la ropa. Galicia no es llana, siempre "parriba" siempre "pabajo". Y eso hace que tu cuerpo se vaya consumiendo poco a poco. Algunos bosques frondosos y cerrados nos dan un respiro, un pequeño golpe de frescor y un bonito recuerdo para fotografiar.





Decidimos parar a desayunar, por segunda vez, en la localidad de Cea. Curioso pueblo donde su pan tiene denominación de origen. Debe ser que las meigas están algo enfadadas con nosotros, pero en la cafetería donde paramos no les ha llegado el pan. Un café, un bollo y sellos en las credenciales dentro del Ayuntamiento.





Son las 11:00 y ya hemos repuesto las botellas de agua. Fuera ropa y de nuevo a pedalear. el Sol aprieta. Estamos en zona donde no existen los llanos. La etapa está discurriendo por la poco transitada N-525. Nos hemos propuesto llegar hasta Ponte Ulla y entrar mañana en Santiago.

Una cosa que hoy hemos vuelto a comprobar es que las reinas de las carreteras gallegas son las vacas. O te quitas, o te quitas. Te miran con indiferencia y se mueven con un paso cansino. No tienen prisas, son las reinas.





El Camino va alternando carretera con pistas de tierra y corredoiras. siempre subiendo, siembre bajando.  El calor te absorbe, te consume las energías. El Camino nos "ha colocado" un Sol abrasador sobre nuestros cascos y no nos da un respiro. Además, nos ha hecho caer en la trampa de las traicioneras corredoiras que te van rompiendo el ritmo.

En la localidad de Silleda paramos a tomar el aperitivo: una jarra de cerveza, una pequeña cazuela de callos con garbanzos y un poco de empanada. Reponemos las botellas de agua y seguimos pedaleando por la carretera. El perfil es descendente, pero los repechos no desaparecen.

El resultado es una falta de fuerzas y un deseo de que se acabe el día. Las piernas no rinden y mi cabeza no se centra, falta ánimo y la ilusión mengua. Me siento muy agotado. Llegamos a Ponte Ulla y veo que para Santiago solo faltan 18 kilómetros. No se si por osadía, un arranque de insensatez o un deseo de finalizar, pero la cuestión es que continuamos pedaleando por la carretera con destino a Santiago.

Cuando llegamos a Piñeiro volvemos a parar para reponer agua. Ya se nos pasó la hora de comer. Es tarde, ya no hay prisas. Dejamos la carretera y volvemos a entrar en el Camino. Una pequeña y ascendente corredoira nos hace echar el pie a tierra y dar un paseo. ¡Cómo se agradece la sombra!.

Antes de entrar en Santiago, el Camino nos hace pasar por el puente sobre las vías en la zona donde se encuentra la curva donde descarriló el AVE. Tristes recuerdos colgados en la valla. Sensaciones extrañas corren por tu cuerpo, los pelos se los brazos se erizan y sientes tristeza.¡Qué pena!






El pedaleo nos devuelve a la realidad y vamos entrando por las calles de Santiago. Las meigas siguen tocando las narices y nos desvían un poco por culpa de obras que cortan las calles de aproximación a la Catedral.

Pero todo llega. La enorme concurrencia de turistas y peregrinos anticipan la llegada a la Plaza del Obradoiro. Suenan las campanas de la Catedral, son las cinco de la tarde y entramos en la Plaza abarrotada de gente con su Catedral impoluta, recién rehabilitada y sin andamiajes. Espectacular.




La Plaza de Obradoiro tiene algo especial. Sólo tienes que sentarte en el centro de la plaza y ver llegar a los peregrinos para comprender lo duro y difícil que es conseguir finalizar el Camino. Eso debieron pensar algunos de ellos cuando nos vieron llegar: aplausos, felicitaciones y enhorabuenas. Es fácil comprender que emocionalmente te vengas abajo. Pero el Camino es así, te exprime y hace que te superes. El Camino te da y el Camino te quita.







El efecto relajante que se siente cuando te sientas y tumbas en el centro de la Plaza del Obradoiro es comparable al que sentimos en las Termas de Orense. Sientes una tranquilidad interior y un orgullo por haber conseguido llegar hasta este lugar. Estas sensaciones las "respiras" entre tanto peregrino que va llegando a la plaza.





Es tal el cansancio físico y mental que tengo que a punto he estado de cerrar el Camino. Se me ha pasado por la cabeza, volver a casa y olvidarme de tanto sufrimiento. Pero, por Oscar, y tras los ánimos de mis chicas, voy a seguir.  Nuestra meta es el mar. 

Oscar es una máquina. Gracias a él estoy aquí. Han sido 764 km en 9 días a una media diaria de casi 85 km. Mucho nos ha costado llegar a Santiago, pero Muxia y Finisterre lo tenemos muy cerca. Así pues, continuamos con los rituales y nos acercamos a la Oficina del Peregrino para esperar una hora para que nos sellaran las credenciales y nos dieran la Compostela.







Las meigas nos han dejado en paz. Hemos conseguido un albergue junto al inicio del Camino de Finisterre. Buena señal. Una buena ducha y un paseo junto a la Catedral. Con las últimas luces del día sigue siendo preciosa.



Palacio de Rajoy

Un paseo hasta la Plaza de Cervantes y cenamos en Casa Manolo. Buen sitio con buen menú para cenar y a un buen precio. Creo que nos hemos ganado la cena. 


Caldeirada de calamar

Codillo asado

Con los estómagos llenos, los cuerpos cansados y la satisfacción de haber logrado llegar, otra vez más, a Santiago de Compostela, regresamos al albergue para cerrar el día. Pero volvemos a pasar junto a la Catedral; de noche y con el cielo muy nuboso sigue estando espectacular.






Poco tiempo de recuperación van a tener nuestras piernas. Mañana habrá que cuidarlas. Vamos a plantearnos la llegada a la costa en dos días. Por de pronto, mañana empezaremos un poco más tarde, haremos una etapa corta.. Hay que dar descanso a las piernas. 

Hoy hemos tenido una etapa durísima. Viendo las estadísticas es fácil entender que no ha sido nada fácil. Un desnivel acumulado ascendiendo superior a los 2000 metros durante 107 kilómetros, con más de siete horas y media pedaleando bajo un Sol abrasador. Una bestialidad para ser la novena etapa.

Todo sufrimiento tiene su recompensa, ahora toca dormir.



DATOS DE LA ETAPA 













PERFIL ALTIMÉTRICO



PLANO DE LA ETAPA 




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