CONCLUSIONES


Con el recuerdo de haber vivido un fantástico viaje y con la tranquilidad que proporciona la vuelta a la realidad, voy a finalizar este blog con un capítulo dedicado a las conclusiones finales después de haber dado forma a las 11 etapas que me han devuelto imaginariamente otra vez al Camino.




EL CAMINO

La Vía de la Plata es el tercer Camino de Santiago que realizo y el segundo que hago junto a Óscar. Primero fue el Camino Francés en solitario, y el segundo el Camino de Madrid. Cada vez que inicio un recorrido tengo en mente las vivencias de los anteriores Caminos, lo que me hace ser más crítico y objetivo a la hora de valorar lo que estoy haciendo.




En términos generales catalogaría como exigente, y no exento de dureza, todo el recorrido. El itinerario inicial corresponde al Camino Mozárabe saliendo desde Mérida. Como en los dos anteriores Caminos pasamos por la localidad de Astorga, decidimos no hacerlo esta vez y desviarnos pasado Zamora, para proseguir por el Camino Sanabrés hasta llegar a Santiago de Compostela, cubriendo este recorrido en 9 etapas.

Además, teníamos un sueño inacabado desde hace dos años: llegar hasta Finisterre, Finis Terrae, el fin de la tierra junto a la Costa da Morte. Por eso, salimos con este objetivo en la cabeza que, finalmente, hemos cumplido ampliando en dos jornadas nuestro Camino para visitar Muxia y acabar en Finisterre.



LAS ETAPAS:

En la Etapa nº 3 hablé sobre el itinerario del Camino de Santiago y la distribución de sus etapas. A lo largo de toda la ruta hemos intentado seguir el recorrido señalizado, pero algunas veces lo hemos modificado, bien por su mala ciclabilidad, por recomendaciones de nuestra guía de viaje, por preferir seguir itinerarios asfaltados para ver localidades como Béjar, o por seguridad como en la Etapa 11.

Previamente, habíamos previsto cuales iban a ser las localidades donde finalizaríamos las dos primeras etapas. Error. No acertamos ni en la primera. En mente salí con la idea de finalizar una de las etapas en Orense para disfrutar por la tarde de las termas y poder ver a unos amigos, Gloria y Beni. Era lo único que tenía claro, todo lo demás ha sido improvisado.

La gran distancia existente entre muchos de los pueblos y ciudades ha determinado la finalización de cada etapa. Alguna de ellas favorecían el pedaleo por su orografía y sus pocos metros de nivel positivo; otras, fueron más exigentes. Pero intentar prolongar etapas teniendo que sumarle treinta kilómetros más se nos hacía muy pesado. Según transcurrían los kilómetros íbamos decidiendo donde cerraríamos la etapa. Además, existen aspectos como la meteorología, la orografía, el estado físico o posible problemas mecánicos que determinan la distancia de cada etapa.

Afortunadamente el tiempo nos ha acompañado. Quizás nos ha hecho demasiado calor. Solamente nos llovió media hora en la primera etapa. El resto, un tiempo perfecto. Le ganábamos kilómetros al día y nos quitábamos horas de calor iniciando las etapas de noche. El calor remitió en las dos últimas jornadas. La niebla y la humedad hicieron más espectaculares los kilómetros de extensión hasta la costa.

De las 11 Etapas que componen este Camino, si tuviera que elegir, me quedaría con las dos últimas. Las dos etapas de la extensión desde Santiago de Compostela hasta el mar han sido de las más bonitas que hemos hechos. Los parajes, las corredoiras, los bosques y la costa las proporcionan una belleza y una exigencia por sus perfiles que, a los que disfrutamos de este deporte, nos ha hecho disfrutar como en ninguna otra. 



LA SEÑALIZACIÓN

Tanto la parte del Camino Mozárabe como el Sanabrés están bastante bien señalizados. En algunos puntos y cruces he echado en falta alguna indicación, pero en términos generales está bien señalizada. Bien sea con cubos de granito con flechas amarillas, miliarios originales o réplicas, hitos, mojones, paneles, flechas, vieiras, etc.





El problema que tenemos los peregrinos que vamos en bicicleta es la velocidad. Aún sin ser excesiva, hay veces que no vemos o interpretamos mal los indicadores y, por ese motivo, acabamos despistándonos. Por eso, es recomendable llevar gps con los track de la ruta. Siempre es una buena ayuda ante imprevistos o dudas. 

Donde no tuvimos ninguna duda para seguir el Camino fue en la extensión desde Santiago a Finisterre. La señalización es perfecta. Siempre vas encontrando hitos o mojones de granito en cada cruce o a lo largo del recorrido. En el tramo hasta Muxia, además, vienen indicados los kilómetros decrecientes. En el tramo de Muxia a Finisterre solamente tienen el nombre de la localidad a la que te quieras dirigir, dado que muchos peregrinos hacen el recorrido inverso.


Las peores dificultades las encontramos en las grandes ciudades. Es fácil desorientarse por sus calles. A veces, la señalización está indicada para los peregrinos mochileros, encontrándonos el itinerario por calle de sentido contrario. La utilización del gps ha sido esencial para evitar problemas.


LOS ALBERGUES

En doce albergues hemos dormido, contando el de Mérida que fue previo a la salida. Algunos eran municipales, otros privados y uno parroquial. La gran mayoría disponían de cocina y menaje, salvo el albergue de Mérida. Quizás este albergue era el que menos servicios ofrecía. En los albergues de Fuenterroble de Salvatierra (parroquial) y en el de Tábara (municipal), las cocinas las gestionaban los hospitaleros, siendo éllos los que preparaban las cenas y los desayunos para comer en comunidad y vivir el espíritu del Camino confraternizando con el resto de peregrinos.





En la mayoría de los albergues nos facilitaban sábana bajera y funda de almohada. Aún así, tuvimos que utilizar algunas noches nuestros sacos para dormir. Por lo general, los hemos encontrado limpios y han cubierto nuestras necesidades. El más austero de todos ha sido el parroquial de Fuenterroble de Salvatierra. Pero por ser el más humilde, es el albergue que más vida respirabas en su interior. Unas instalaciones que dispone de un centro de acogida para personas necesitadas, siendo el centro neurálgico de todo el pueblo. Las fotografías que incluimos en la Etapa nº 3 muestran parte de su encanto, incluyendo la hospitalidad de Juan, el hospitalero.

Creo que sería injusto no mencionar la hospitalidad de José Almeidael hospitalero del albergue de Tábara. Por sí mismo te hace sentir y disfrutar del espíritu del Camino en un pequeño edificio municipal que ha cobrado fama en el Camino Sanabrés. Gracias a él, hemos conocido la historia de Tábara, sus beatos y su scriptorium.



LAS BICICLETAS

Eternas compañeras de viaje. Han sufrido en silencio las penurias de los caminos y no nos han dado ni un solo problema. Ni un pinchazo, ni una avería. El lastre de las alforjas más nuestro propio peso no les han impedido cubrir todo el recorrido. Los portabultos tampoco se han visto afectados y la mecánica ha respondido perfectamente. 





Sigo diciendo que la rutina diaria de limpieza y engrase, más ajuste de tornillería junto con un buen mantenimiento previo a la salida, son fundamentales para evitar percances que den por finalizado el viaje antes de tiempo.



LA IDA Y LA VUELTA

Para poder realizar este Camino compramos con antelación los billetes para coger un autocar de la empresa Avanza Bus, en la Estación Sur de Madrid, y llegar hasta Mérida. Alojamos la bicicletas en la bodega del bus junto, con las alforjas, sin que sufrieran desperfectos. El viaje fue tranquilo y hasta se nos hizo corto. Las expectativas, la incertidumbre, la ilusión y el desconocimiento que lo que íbamos a vivir hizo que el viaje pasara muy rápido.

Pero la vuelta fue diferente. Finisterre es lugar de finalización de muchos peregrinos. Aunque algunos continúan hasta Muxia, la mayoría acaban en este pueblo. Si la señalización a lo largo del camino fue impecable hasta llegar ahí, el transporte de vuelta fue un desastre. A las 08:00 horas de la mañana del día 20 una innumerable cantidad de peregrinos mochileros estaban esperando el autobús con destino a Santiago. Y entre todos ellos dos ciclistas, Óscar y yo.

No existía fila, ni orden alguno, ni billetes, ni nadie de la empresa MonBus que organizara el acceso al autobús. Cuando éste llegó, se armó el caos. El conductor alucinado, estresado y sin capacidad para organizar a tantísima gente. La carga de las mochilas en la bodega la realizaban los peregrinos a su antojo, sin control. El conductor solamente se dedicaba a discutir, los peregrinos chillando porque muchos tendrían que quedarse en tierra. Incomprensible.

Después de hacer uso de los codos para poder llegar hasta el conductor, conseguí dos billetes y ocupé dos asientos con los cascos. Las bicicletas las acoplamos como pudimos en la parte de la bodega donde estaba instalada la rueda de repuesto, una encima de la otra. Y las alforjas, al lado.

Cuando el autobús arrancó, más de treinta mochileros se quedaron en tierra. Un desastre y una malísima organización por parte de la empresa MonBus que llevaba pocos meses cubriendo este recorrido. Al ir el autobús lleno, fuimos directos hasta Santiago de Compostela sin realizar paradas intermedias. Tardamos muy poco. El resultado de tanto descontrol fue el radio que se partió en la bicicleta de Óscar. Una pena después de 11 etapas.

Al llegar pronto, pudimos desayunar por segunda vez (se convirtió en una costumbre) y, después de dejar las alforjas en consigna de la Estación de Autobuses, nos fuimos pedaleando a la Plaza del Obradoiro para recrearnos del ambiente y de las emociones que se respiran en este lugar. No me canso de ver la impresionante Catedral ni de ver la llegada de peregrinos.

Después de comprar unas empanadas, pan y bollería volvimos a la Estación de Autobuses. Con la tranquilidad y buena organización de la Empresa ALSA, empezamos el viaje de vuelta a casa.Tras nueve horas y media y casi cinco películas vistas, llegamos a Madrid finalizando así nuestro Camino.



ESTADÍSTICA FINAL

Uno de los beneficios que tiene el viajar con gps es que van recogiendo una serie de datos, con los track que van grabando, que nos proporcionan una información muy valiosa sobre lo que hemos hecho en todo el recorrido.

En mi caso, viajo con el Garmin Dakopta-20. Una vez descargados todos los track, y siendo revisados y eliminados puntos que pudieran inducir a error, me ha salido la estadística de todo nuestro viaje. 

En el siguiente cuadro se pueden comprobar los datos de cada una de las etapas y los totales de todo el Camino, Así podemos comprobar que hemos recorrido 871,40 kilómetros en once días, con un desnivel positivo ("ascenso") de 12.385 metros.




Viendo estos resultados, es fácil comprender lo dura que resultó la Etapa nº 9  para llegar a Santiago. Bajo un Sol abrasador tuvimos que recorrer 107 kilómetros durante 7,38 horas de pedaleo, con un desnivel positivo de 2.082 metros. Una gran paliza.

Otros datos curiosos son los extraídos de las etapas tranquilas, las 4, 5 y 6. Con un desnivel positivo moderado, no las incrementamos en distancia por culpa de la lejanía entre los pueblos.

En el lado contrario tenemos las etapas nº 10 y 11, de la extensión hasta la costa. Teniendo el kilometraje más bajo, sorprende el fuerte desnivel positivo de cada una. Menos mal que eran las etapas finales y ya nos daba igual subir o bajar.

En definitiva, este cuadro refleja la "historia numérica" de nuestro Camino.

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Finalizo estas conclusiones, y por lo tanto el contenido de este blog, con la esperanza de haber podido transmitir todas las sensaciones, emociones y vivencias que antes, durante y después de realizar el camino, he vivido.

Mención especial para mi compañero de viaje, Óscar. Siempre es de agradecer su compañía, su esfuerzo y su generosidad para no incrementar la velocidad de la marcha y esperarme cuando el agotamiento hacía mella en mí. Etapas como la novena no la hubiera finalizado sin su ayuda. 

Un último recuerdo para los paisajes, las ciudades, pueblos y aldeas, los valles, la montaña, los bosques, las corredoiras; nuestras vacas, caballos, ovejas y cerdos en los espectaculares amaneceres, y mil cosas más que ya forman parte de nuestros recuerdos.

En definitiva, un gran viaje atravesando la península de Sur a Norte para llegar, por fin, hasta Muxia y Finisterre. Un recorrido que nos ha hecho pedalear por las dehesas extremeñas, pasando por los campos castellanos, las montañas zamoranas y los frondosos bosques gallegos.


La Vía de la Plata ya es historia.


 FIN DEL CAMINO.

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