ETAPA 7

15 de septiembre de 2018


ETAPA 7

PUEBLA DE SANABRIA-CAMPOBECERROS

76,80 KM




Hoy cumplimos la primera semana del Camino. Es sorprendente como cada día nos vamos encontrando mejor física y mentalmente, a pesar de que ya llevamos recorridos 584 kilómetros a una media de 83 km/día.El objetivo se acerca y hoy entraremos en Galicia. 

Seguimos levantándonos a las 06:00 horas y volvemos a comprobar como los albergues cobran vida muy pronto. Desayunamos un buen bizcocho y nos ponemos en marcha cuando Puebla de Sanabria aún está iluminada. Es de noche y ya se nota el frío. Eso nos hace abrigarnos y utilizar perneras y chaqueta de abrigo. Hoy empieza la montaña.

Salimos del pueblo por el arcén de la carretera y vamos calentando las piernas porque nos acercamos a la primera "tachuela del día": El Alto del Padornelo". Volvemos a hacer caso a las recomendaciones de la guía que nos indica que esta subida es mejor hacerla por carretera si vamos en bici. Esto es debido a que el camino te hace rodar por senderos trialeros con muchos tramos pedregosos y abundancia de regueros que hacen que muchos tramos no sean ciclables, sobre todo cuando ruedas con alforjas.

Quizás porque es pronto y aún no estamos desgastados, pero la subida se me hace cómoda y la hacemos a buen ritmo. Para ser una nacional el tráfico es muy escaso, paralelamente tenemos la autovía A-52 que absorbe todo el tráfico de la zona. Así llegamos al pueblo de Padornelo. Al poco de salir, nos desviamos por la derecha y tomamos la ZA-106. El tráfico es inexistente y nos encontramos con largos y rápidos descensos.

Al llegar al pueblo de Lubián decidimos parar para el segundo desayuno. Así nos preparamos para la segunda tachuela del día: "El Alto de A Canda". Rápidamente nos damos cuenta de que es sábado y aquí no se madruga mucho. Los dos bares de la carretera están cerrados. No nos queda otra opción de pararnos en una plaza y desayunar barritas y algún que otro gel para afrontar el siguiente puerto.







Dejamos Lubián y pronto empezamos la subida del puerto por la ZA-106. Por esta carretera no pasan coches. a nuestra izquierda vemos la A-52 y al fondo del inmenso valle se divisan las obras del AVE que afean el bellísimo paisaje.

Hemos tomado la decisión de subir al Alto de A Canda por esta carretera por recomendación, otra vez, de nuestra guía que nos indica que la senda que sube al Alto tiene fuertes pendientes muy empinadas y grandes tramos de piedras. Hubiera tocado empujar.

Aún así, el ascenso por la carretera se hace más pesado que el anterior. Con un desarrollo como en la transmisión de las bicicletas y disfrutando de las espectaculares vistas llegamos, ¡¡por fín!! al límite comunitario y vamos a entrar en Galicia. Estamos en la fuente del Puerto de A Canda, fin de la subida. Es hora de cambiarnos de ropa. El frío ya ha pasado y ahora toca disfrutar de la bajada.






Como ya andamos un poco cansados del asfalto, nos desviamos a la izquierda y dejamos la carretera. Unos italianos no debieron opinar lo mismo y siguieron por carretera. Mientras que los terrenos sean aptos para las bicicletas es mejor rodar por ellos; y no es lo mismo subir por senderos que bajarlos.







A partir de aquí, lo que nos vamos encontramos son divertidos senderos, profundos valles, verdes montañas y pequeñas y despobladas aldeas unidas por correidoiras. Espectacular. Estamos en Galicia.






Dejamos los caminos y salimos a la travesía de la N-525 de un pueblo llamado A Vilavella. El tráfico sigue siendo inexistente. Hace bastante calor y tenemos que seguir quitándonos ropa. Pero el Camino nos tenía preparada una grata y simpática sorpresa. La tranquilidad de la vida rural se plasma en la siguiente fotografía. No existen las prisas. El paisano no las tiene y sus vacas, menos.





La guía vuelve a recomendarnos salir de A Vilavella por la carretera y seguirla porque el siguiente tramo del camino no es recomendable para nosotros. Decidimos hacerla caso y rodamos por asfalto alguno kilómetros hasta llegar a la localidad de A Gudiña, en donde tomamos el almuerzo consistente en un espectacular pincho de tortilla y una Estrella Galicia.




Con el estómago lleno, reanudamos la marcha atravesando la calle principal del pueblo donde el olor a tahona te abre el apetito. Lástima que la idea de Óscar no se haya podido realizar. Las empanadas pequeñas estaban agotadas. De no ser así, alguna nos hubiéramos llevado.

Antes de salir del pueblo encontramos un emblemático del Camino Sanabrés. Se trata de las dos variantes propuestas para continuar a Santiago. A la derecha nos indica seguir por Laza (195,953 km). La variante de la izquierda es la de Verín (228,556 km). Con estas opciones decidimos continuar por Laza.







Salimos de A Gudiña por una pequeña carretera sin rotular y comprobamos que el desnivel va a ser ascendente durante mucho tiempo. Vamos subiendo poco a poco y observamos por donde transcurren las obras del AVE. Pequeños cúmulos de polvareda en el fondo de los valles nos hacen creer que son producto de las excavaciones. Posteriormente nos enteraremos que algunos eran motivados por pequeños incendios.

Las vistas por la Sierra Seca son espectaculares. Los árboles están a nuestros pies. Da la sensación de ir rodando por la cresta de esta Sierra. A la derecha observamos el Embalse das Portas.








Soy de la opinión de que todo esfuerzo tiene su recompensa. La pequeña paliza que supone ascender hasta esta zona viene recompensada por las impresionantes vistas y las largas y vertiginosas bajadas. Previamente, vamos pasando por pequeñas aldeas casi deshabitadas. El Camino nos adentra por la única calle de alguna de ellas.

El tremendo descenso hasta el fondo de un valle nos sitúa en el punto y final de esta etapa. Llegamos al pequeño pueblo de Campobecerros. Localizamos el Albergue  da Rosario y, tras formalizar el registro y sello en las credenciales, nos instalamos y comenzamos la rutina diaria. El lavado de la ropa va a ser comunitarios al aprovechar la lavadora de un grupo de peregrinos mochileros. 








Estamos en el fondo de un valle y no tenemos cobertura en los móviles. Un solo bar abierto para comer que nos proporciona wifi para poder comunicarnos con la familia. Pero nos espera otra sorpresa más agradable. El hospitalero nos "invita" a darnos un baño en el pequeño río que pasa por esta localidad, el río Camba. Todos los años instalan en el río unas talanqueras para retener las aguas de este pequeño río y facilitar el baño a los vecinos.

Estos "regalos" del Camino hay que aprovecharlos. Después de organizar la ropa ya lavada, nos daños una vuelta por el río y, sin dudarlo, nos bañamos en sus heladas aguas. Las piernas lo agradecen, no así las partes "nobles".









El día lo finalizamos cenando con un grupo de peregrinos mochileros que nos invitan a cenar con ellos. No desaprovechamos la invitación aunque tenemos cena de taper al haber guardado comida de ayer.

Una buena tertulia con intercambio de experiencias y cerramos la noche preparando las bicicletas para mañana. Hay algo curioso que observo y me hace ver la gran diferencia existente entre un caminante y un ciclista. 





Mientras que me preparo una botella con bebida isotónica, ellos lo hacen con bebida de la tierra: una buena bota de vino. Un momento curioso.

Así cerramos la séptima y preciosa etapa. Toca descansar y prepararnos para mañana. Empieza a hacer frío por la noches.




DATOS DE LA ETAPA 











PERFIL ALTIMÉTRICO



PLANO DE LA ETAPA 



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