ETAPA 11

19 de septiembre de 2018


ETAPA 11

OLVEIROA-MUXIA-FINISTERRE

67,70 km.



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La melodía del despertador del móvil suena por última vez a las 06:00 horas. Si el Camino nos deja, hoy completaremos la última etapa. Hoy experimentamos un choque de contradictorias sensaciones. Por un lado, vamos a conseguir culminar nuestro sueño: llegar a Finisterre. Pero en contra, ya no volveremos a pedalear por estos maravillosos caminos. Nuestro viaje se va a acabar. Por ese motivo, hoy quiero disfrutarlo como si fuera el primer día.

Después de los correspondientes rituales mañaneros y de regalar a nuestros estómagos un buen desayuno, nos despedimos del albergue de Olveiroa a las 07:30 horas. La noche es muy oscura, la luna no va a ser testigo del inicio de nuestra última etapa. La niebla es muy baja y hace frío. Las bicicletas cargan por última vez las alforjas y comenzamos a rodar por silenciosas calles.

Aún llevando las luces puestas, la oscuridad reina por donde pasamos. Para prevenir riesgos, decidimos no entrar por los estrechos y oscuros caminos señalizados como itinerario del Camino. Vamos a rodar por la poco transitada carretera AC-3404 hasta llegar a la localidad de Dumbría. Pero antes, observamos a la salida de Hospital una bifurcación con dos hitos de señalización del Camino. Uno de ellos indica a Finisterre, el otro a Muxia.

Seguimos el itinerario de Muxia y al pasar el pueblo de Dumbría dejamos el asfalto y empezamos a rodar por caminos siguiendo la señalización original del Camino de Santiago. Ya es de día y el cielo indica que vamos a tener una estupenda jornada ciclista,

Volvemos a entrar por cerrados bosque. Pinos y eucaliptos nos acompañan durante bastantes kilómetros. Sigo pensando que esta zona es de lo más bonito que hemos recorrido en este Camino.





Todo es bosque, grandes extensiones de helechos, buenos caminos, estrechos senderos y constantes cuestas que ya no nos afectan. Al contrario, se agradecen. Son las últimas. Salimos del bosque bajando por una buena pista entre pinos y eucaliptos, y ... ¡lo vemos!. El mar. Son las 9:25 y vamos a tener toda la mañana para disfrutar de estos paisajes. Las aguas tranquilas con amplias extensiones de bateas en la Ensenada de Merexo nos proporcionan un "subidón" de adrenalina, una alegría interna que hace desaparecer el sufrimiento y el cansancio acumulado.





Continuamos pedaleando cerca de la costa y el Camino nos introduce, de nuevo, por el interior de bosques, alternando pistas de tierra con pequeñas carreteras y atravesando pequeños pueblecitos. En uno de ellos, Moraime, nos detenemos para fotografiar el Monasterio e Iglesia Románica de San Julián de Moraime.


Iglesia de San Julián de Moraire

Dejamos atrás Moraime y continuamos alternando caminos entre bosques y pequeñas carreteras. Al llegar a la costa divisamos al fondo nuestro primer destino de hoy, Muxia


Muxia

Atravesamos una pasarela de madera para salvar una estrecha playa y entramos en una calle que nos lleva hasta el puerto. Vamos a cumplir una de las tradiciones: conseguir la Muxiana, la acreditación del Final de la Ruta  Xacobea. Para ello, nos toca visitar el Ayuntamiento donde nos mandan a la Oficina de Turismo; y como se encuentra cerrada, nos expiden la Muxiana en la Biblioteca Municipal.






Con el trofeo a buen recaudo, desayunamos junto al puerto antes de cumplir con la obligada visita al Santuario de Nuestra Señora de la BarcaDice la leyenda que fue construido en el mismo lugar donde apareció la barca en la que iba Santiago cuando se le apareció la Virgen María.






Previamente, paramos junto al Faro de Muxia desde donde se contempla parte de la Costa da Morte y la Punta da Barca.






Este lugar es espectacular aunque el mar no esté picado. Las vistas desde el Mirador donde está ubicado el monumento en recuerdo al rayo que cayó sobre el Santuario son preciosas.







Aún nos quedan 28 kilómetros para llegar a Finisterre y finalizar nuestro Camino. Tras un merecido descanso junto al Santuario, reanudamos la marcha y pedaleamos disfrutando del paisaje de la costa gallega, pasando junto a la Playa de Lourido.


Playa de Lourido (Muxia)

Hasta esta playa, el recorrido desde el Santuario ha sido un paseo. Pero por si se nos había olvidado, estamos en Galicia, y por sus caminos o subes, o bajas. Y ahora toca subir, ¡y vaya tachuela que nos comemos con plato pequeño!. Un tremendo ascenso  por un andadero durante cuatro kilómetros que nos lleva desde una cota de 22 metros sobre el nivel del mar a otra de 264 metros

Los peregrinos mochileros con los que me cruzo se quejan al bajar de lo inclinado del terreno. ¡¡Ya les daba yo el peso de la bicicleta con sus alforjas para que subieran con ellas!! .Pero son las últimas cuestas y no afectan al ánimo. Coronamos con calma esta fuerte ascensión hasta la zona donde están ubicados los aerogeneradores de un parque eólico.




Como todo esfuerzo tiene su recompensa, ahora toca descender por una pequeña carretera asfaltada para introducirnos, una vez más, en preciosos bosques de pinos y eucaliptos. Hubiera estado toda la mañana con la cámara en las manos para llevarme un gran reportaje fotográfico de recuerdo, pero debo de conformarme con pocas fotografías y muchísimas imágenes en mis retinas.





En un increíble intercambio de bellísimos paisajes en donde se entremezclan los bosques y la costa es muy difícil no volver a detenerme para captar algunas fotografías de pequeñas playas que diviso a mi derecha.







Estamos llegando al final de nuestro viaje. Las pedaladas que estamos dando corresponden a los últimos kilómetros de la extensión de nuestro Camino. Salimos del bosque y llegamos a las periferias de Finisterre. Al fondo de las edificaciones divisamos la Playa de Langosteira. Como curiosidad, he leído que en el Códice Calixtino se dice que la vieira que llevaban los peregrinos se cogía en esta playa.




La llegada al pueblo la hacemos por su travesía junto a algunos peregrinos mochileros. Como recuerdo, nos llevamos las imágenes de la entrada en Finisterre (Fisterra en gallego)





Aunque se nos está echando encima la hora de comer, decidimos cumplir con el obligado ritual y dejar el hospedaje y la comida para cuando acabemos. Así pues, emprendemos la subida de algo más de 2 kilómetros hasta el Cabo de Finisterre pasando primero junto al Monumento del Peregrino y una fantástica fuente de agua fría.




La última subida: Llegada al Cabo de Finistrerre

Son las 15:15 horas y el estacionamiento del Cabo está muy concurrido. La multitud de peregrinos se reparte entre los puestos de recuerdos, el acceso hasta el Faro y el Cruceiro a la entrada del complejo.





Ya no nos quedan pedaladas. Acabamos de llegar a nuestra meta. Solamente nos quedan unos metros para culminar nuestro sueño, la ilusión de llegar al cabo del fin del mundo, "Finis Terrae", el confín del mundo antiguo, allí donde el Camino se topa con el Océano Atlántico y ya no es posible seguir pedaleando. Pero antes, hemos de llevarnos el recuerdo del último hito, la última señal del Camino.







El intercambio de fotos con los peregrinos es una costumbre en estos puntos tan turísticos. Unos metros más y estamos en el Faro más occidental y emblemático de Europa. Los acantilados que lo rodean, los monolitos, emblemas, placas recordatorias de embajadas, símbolos xacobeos, etc, forman parte de este entorno tan especial.












Se nos pasa el tiempo muy deprisa pero este momento es muy especial. Decidimos volver por la tarde para cumplir con otra de las tradiciones: la puesta del Sol desde el Cabo. Ahora debemos volver al pueblo para encontrar el albergue.

Durante los dos kilómetros y medio hasta el pueblo seguimos viendo un peregrinar de personas que van subiendo por el andadero, y algunos ciclistas por la carretera. Una vez localizado el albergue y realizado el registro y el sello en la credencial, nos bajamos al puerto para comer (o merendar), son las cinco de la tarde.






Dos Estrella Galicia muy frías y una buena comida ponen punto y final a nuestro Camino tras más de 871 kilómetros en nuestras piernas durante 11 increíbles días. Ya no hay prisas, tenemos toda la tarde para pasear y conocer un poco más este pueblo más turístico que pesquero. Nos falta el último ritual del Camino: conseguir la Finisterrana. Para ello nos acercamos a la Oficina de Turismo y tras un pequeño cuestionario, nos hacemos con el último trofeo.








Esta noche cenaremos una buena empanada; pero antes, subimos andando hasta el Faro para ver la puesta de Sol. Las meigas no la tenían jurada y han ocultado al astro entre un cielo muy nublado acompañado de una niebla que, por momentos, va bajando. Solo nos queda regresar al pueblo y olvidarnos de presenciar la puesta de sol. 





Este "amargo percance" se soluciona con dos buenas jarras de cerveza para ir abriendo apetito antes de dar buena cuenta de las empanadas. El día se acaba, la noche cae sobre Finisterre y nuestra última etapa, la nº 11, finaliza, y con ella nuestro viaje.

La sensación de organizar la litera sin pensar en la ropa sucia y la preparación de las alforjas para el día siguiente es extraña. Han sido muchas rutinas que hemos cumplido escrupulosamente a lo largo de estos 11 días. Pero esta noche, nos olvidamos de ellas. Mañana tomaremos un autobús hasta Santiago de Compostela; y desde allí, otro hasta Madrid para regresar con nuestras familias.

Las luces se han apagado y en el albergue reina un completo silencio. Son los horarios del Camino, la necesidad de descanso que todos los peregrinos necesitan. Para nosotros es la última noche, pero algunos peregrinos continuarán por la mañana hasta Muxia. Es curioso, pero cierro los ojos y me cuesta aceptar que ya no voy a dar más pedales, que ya no vamos a tener que subir y bajar cuestas, que no vamos a disfrutar pedaleando por las corredorias ni vamos a adentrarnos en espesos y bellísimos bosques de eucaliptos y pinos con su inmensa "alfombra" de helechos, que no tenemos que pensar en buscar alojamiento para mañana, etc. Ahora tengo que dormir con todos estos pensamientos en la cabeza, pero sabiendo que mis piernas ya no van a sufrir más.

La Vía de la Plata se ha acabado. 

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